domingo, 4 de septiembre de 2016

BDSM: El fetichismo en la comunidad del kink


Es de sobra conocido que la asociación entre el fetichismo y la comunidad es tan estrecha como un traje de vinilo de cuerpo entero. A lo largo de la evolución de la comunidad y su cultura, los fetiches se han extendido de forma exponencial, dando lugar a muchos de ellos normalizándose prácticamente y otros tantos surgiendo con fuerte devoción por sus fans.

Los fetiches más comunes suelen ser los que incluyen alguna parte del cuerpo normalmente no sexualizada (como los pies o las manos), ropa (uniformes de militar o lencería), modificaciones corporales (tatuajes, piercings...) o acciones (lavar un coche, jugar a un deporte...).

Hasta cualquier persona vainilla suele tener algún fetiche que otro. Sea ver a una mujer en tacones, en liguero o con las uñas pintadas puede provocar las más ardientes fantasías en la mente de un simple hombre. O ver a un hombre fornido con su barba portando herramientas de trabajo (¿recordáis ese anuncio de Coca-Cola Light?).
Aunque muchos de estos fetiches son considerados un tabú o una enfermedad por mucha gente, principalmente ajena a la cultura BDSM, hay que comprender que cada uno estamos aquí para liberarnos de dichos tabús entre la comprensión y la carencia de juicios morales que existen fuera de la misma.
Tenemos en nuestro haber mucha experiencia siendo tildados de bichos raros por gustar atar a alguien o que nos azoten. Siempre hemos sido una oleada marginal golpeando una y otra vez contra el malecón, pero eso aquí no sucede.

He conocido a mucha gente que tenía fetiches extraños y raros. Fetiches por accesorios, por personajes ficticios irrisorios, por trabajos e incluso por partes del cuerpo que jamás pensé que pudieran atraer a nadie. Estas personas eran libres de confesar dichos fetiches porque sabían que si no los compartía simplemente diría "vaya, es un fetiche curioso, pero lo lamento, no me atrae".
Y esa comprensión suele ser recíproca cuando eres tú quien confiesa los suyos propios.

Obviamente yo tengo los míos que aquí no contaré, no por vergüenza sino porque no tiendo a hablar de mí mismo en estos artículos. Sólo diré que los hay, que son unos cuantos y que han sido satisfechos en mayor o menor medida cuando he tenido gente en la que podía confiar.


Tratamos a los fetichistas como si siempre estuvieran en un mismo saco. Habitualmente cuando hablamos de uno de ellos la gente inmediatamente suele pensar en "pies" y pone una mueca de desagrado porque no comprenden cómo alguien puede sentirse atraído por algo así. Pero esa misma mueca es algo que hemos visto cuando le hemos confesado a algún muggle que nos gustaba someter o ser sometidos.
El fetichismo es algo complicado y bastante particular, pero no deja de ser una forma de cumplir las fantasías más perversas de alguien.
Podéis considerarlo como la quintaesencia de la atracción y la confianza.

En alguna ocasión que otra yo también he cumplido con el fetiche de alguien aunque no lo compartiera, sólo por el mero hecho de saber que esa situación excitaría a mi acompañante.
¿Si todo se queda en la cama y en vuestras mentes qué más da que tengas que ponerle a alguien un pie en la boca o disfrazarte de pirata?
Sed libres y confiad en que la persona que está con vosotros aprobará lo que le pidáis, y si no es así, al menos sabréis que podéis confiar lo suficiente como para contarle vuestras más perversas fantasías.

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