domingo, 4 de octubre de 2015

Villano natural



¿Alguna vez os habéis preguntado qué es lo que hace a un hombre un villano? ¿Qué le lleva a semejantes excesos respecto a la vida humana?
Yo sí.
Es un sentimiento de impotencia ante las adversidades. Un sentimiento de traición. De desesperación. Algo que te lleva a sentirte alejado de la sociedad y su forma de pensar. Es la frustración, el miedo, el abandono, la traición... sentimientos negativos que no puedes abandonar, te consumen y acabas aceptándolos en tu interior.

Hay gente que podría argumentar si esto es debido a un problema en el entorno, a un trauma o incluso a una patología genética, pero sea el motivo que sea siempre se mantiene el mismo resultado. Un hombre bueno se ha vuelto alguien malvado.

Hay atractivo en serlo, sin duda. Todos hemos deseado que el malo ganara al bueno por una vez, bien fuera por su historia trágica o por su dedicación a conseguir un ideal que muchos envidiamos. Pero en el fondo no hay razón para sentir esa atracción. Sigue siendo el anhelo por no poseer lo que se tiene. Y habitualmente eso suele ser una liberación para hacer lo que se plazca. Porque si el mundo tiene que ser tuyo primero ha de dejar de importarte el mundo, y eso es algo que la gente que no tiene nada hace muy bien.

Una característica importante para un villano es la carisma. El mostrar a la gente que su vida puede ser más simple, más interesante o, al menos, más protegida hace que se creen ejércitos y se cometan atrocidades.
El miedo es un buen motor para ello. Algo tan simple como atemorizar a alguien te convierte en el dueño de sus pensamientos. Pasas de presa a cazador, aunque en ningún momento hayas dejado de ser una presa en tu vida.
El poder corrompe. Algo tan innegable ahora como cuando lo dijo Einstein. La gente a cargo de aspectos de tu vida pueden malearla a su antojo. Desde los tiempos de los reyes al clero a las democracias todos tus antepasados han estado bailando un baile que no sabían bailar (no por nada la palabra villano viene de "atado a la villa, campesino"). Y, de repente, sucede lo inesperado: hambrunas, represión, violencia, desesperación... revueltas. Donde todos los hombres se expresan con su sentimiento más primitivo bien sea porque quieren mejorar su situación o porque simplemente no quieren perder lo que tiene.
Esto es algo que he visto a menudo.

Somos gente indefensa en el tablero de ajedrez de una mente perversa. Puedes ser un peón, una reina o el mismísimo rey que serás utilizado y sacrificado sin conocimiento para conseguir los objetivos de un jugador. ¿Eso le hace malvado? Quizá. Pero si en el tablero controlas al rey, ¿quién controla al rey? ¿Dios? Y si Dios desea que te sacrifiques a ti y a tus hermanos para conseguir proteger a un sólo hombre ¿le hace eso malvado? De nuevo, quizá.

El sentimiento de desesperación y de impotencia causa crueldad. Crueldad a la sociedad, a ti mismo o a tus pares, pero crueldad al fin y al cabo. No puedes hacer nada por ello aparte de continuar hacia delante. Pero el camino hacia delante puede ser bien una cuesta empinada hacia abajo o un terraplen por el cual caer.
La experiencia me ha mostrado que es más difícil el subir esa cuesta que el tropezarte y caer. Sobre todo si pensamos que cada caída resulta en que estés más y más herido.
¿Hasta dónde puede aguantar un hombre? Bien podría rendirse sin más, o tratar una y otra vez de escalar una empinada cuesta aunque sepa bien que otra caída podría matarlo. La otra opción es abrazar tu situación, encontrar un estado mental en donde te hagas consciente de la carencia de control que existe en tu entorno.
Pero qué hacer en esos momentos es lo que importa. Podrías volverte un maestro zen y aprender que de todo momento duro en la vida puedes aprender algo para evitar que se repita en el futuro. También podrías tomar el camino corto, rebelarte contra la sociedad que te ha tratado mal, robar aquello que necesitas, atacar a aquél que te ha puesto en esa situación o demostrar aquello que no te han dejado demostrar.
Es sencillo tomar ese camino, muy sencillo. La mayoría de la gente ni siquiera pensaría en las consecuencias de ello si llegase a suceder, sólo importarían sus resultados. Pero eso, al fin y al cabo, es la vida.


Seas quien seas necesitas paz de mente. Tranquilidad. Encontrar la felicidad en algo. Ser capaz de ser tú y poder expresarte como desees. Pero si no eres capaz de ello no acabes atrapado. No caigas. Podrías no salir.


"Mata a un hombre y serás un asesino. Mata a miles y serás un rey. Mátalos a todos y serás Dios" - Blade

miércoles, 20 de mayo de 2015

En primavera, la sangre se entera



Hace ya un par de meses que nos encontramos metidos en la primavera y, como persona que la sufre, tengo bastante en su contra. Principalmente en la alergia pues, tras cinco estornudos rompe-esternones, uno se encuentra en esa situación de decir "Naturaleza, eres maravillosa. Sé que lo haces por joderme vivo".
Pero nada tan lejos de la realidad todos disfrutamos de la primavera. Si bien es cierto que es época de exámenes y de trabajos, de empleos que aumentan su presión por la venida del verano o la afluencia de turistas o de aislamientos a causa de la maldita alergia; no podemos sino reclinarnos en nuestras sillas y disfrutar un poco del buen tiempo, con o sin lluvias, de el cantar de los pájaros a las 8 de la mañana, con o sin resaca, o de una buena tarde en una terraza, con o sin dinero (en cuyo caso también disfrutaréis de una tonificante carrerita).

En estas épocas todo es más rápido. Nos volvemos más activos tras la hibernación del invierno, como los osos que salen de la cueva. Nos enamoramos más rápido, disfrutamos más, nos deprimimos más frecuentemente y discutimos con más tesón.
No obstante la sangre no se llega a alterar, sólo nuestros sentimientos apelmazados por una estación fría de aplastamiento mental y físico como es el invierno, una estación donde nos quedamos sentados en el sofá, mirando la tele y comiendo pizza o entre las sábanas buscando el calor y confort de vuestra pareja mientras véis una serie o película.

Pero cuidado, es ahora cuando más necesario es el ser cautos con vuestras decisiones y vuestras acciones. Todos estamos demasiado acelerados tras salir de nuestro letargo como para pensar con claridad, sobre todo en temas del amor y la lujuria.

Así que, haciendo el papel de albatros en esta situación, dejad que os dé el augurio de turno: "Pensad con la cabeza lo que el corazón no os pueda aclarar o ambos los tendréis machacados en cuanto el frío vuelva".


Durante la redacción de este artículo sólo he estornudado 7 veces. Para mí, es un récord.

lunes, 11 de mayo de 2015

La creación de un Dios



Existen multitud de dioses distintos en todos los panteones de la historia de la humanidad. Desde religiones politeístas como la griega o la nórdica a monoteístas como la católica o la musulmán.

Con respecto a las primeras un hombre podía elegir a qué dios profesar su fe. Desde la guerra a la agricultura, pasando por la sabiduría, la lluvia, la muerte y un largo etcétera. Con los monoteístas todo es cuestión de la voluntad de su dios. Si es un dios bondadoso le traerá dicha a sus seguidores, mientras que si es un dios iracundo le traerá infortunios a sus detractores.
Sucede que en ambos casos la religión crea una serie de pautas morales para el comportamiento humano. En la mayoría suele ser que ames al prójimo, rindas culto y pagues tus diezmos mientras cumples con sus normas. En otras puede ser ofrecer sacrificios o intentar alcanzar algún estado superior de espíritu mediante meditación y conocimiento.

En lo que a mí se refiere, soy ateo. Nunca he creído en dios alguno y no creo que lo vaya a hacer dentro de poco. Sin embargo siempre me he sentido atraído por el folklore y la sociedad de las religiones y mitologías. De ahí que mucha de la gente con la que hablo se sorprenda por mis conocimientos sobre el cristianismo y su Biblia.
Durante mucho tiempo he visto a gente sufrir por su fe. Dejar de lado lo que es "correcto" a los ojos de la sociedad por lo que es "correcto" a los ojos de su dios. Es en ese momento cuando uno se acerca al extremismo, al punto de la ruptura de sus propios mandamientos. Os sorprendería saber que en la Biblia, por ejemplo, Dios sólo le da al hombre diez reglas a cumplir. Entragadas a Moisés en el monte Sinaí en tablas de piedra, que después se convirtieron en polvo y se guardaron en el Arca de la Alianza. La Biblia sólo estipula, a grosso modo, que no mates, no robes, no jodas a la gente y adores a Dios por encima de todo, así entrarás al Cielo.
A lo largo de los años hemos tenido muchas reinterpretaciones de los libros de la Biblia, consiguiendo tener una historia a lo "teléfono escacharrado" que ha propiciado una debacle en el mensaje original. "En la Biblia dice esto" muy a menudo se convierte en "esto he leído y entendido yo y así lo hago".

Aunque podría hacer un gran artículo sobre la sociedad religiosa basada en libros escritos y editados por hombres, no es lo que quiero hablar ahora. Todo lo que he dicho es sólo para alimentar la idea de que un hombre puede crear a Dios.

Cualquier sea tu credo, raza o sexo en tu imaginación y mentalidad está el dios al que profesas tu fe. Sea Yahveh, Mahoma, Buddah o las Tres Diosas, todo está en la percepción de lo que eres, quieres ser y necesitas ser.
Establecerte como un agente de un poder superior puede sonar a la idea más absurda del mundo pero ha funcionado en multitud de ocasiones (no miro a nadie, pero los mormones y los cienciólogos están ahí mirándome con furia). Piensa en que eres capaz de crear al Dios que te juzgue por tus pecados o te perdone por ellos, que te quiera o te desprecie, te ayude o te tiente.

Dios es un concepto abstracto, sólo un concepto que la humanidad necesita. Pero los viejos dioses están muertos y nosotros los matamos, ahora necesitamos a dioses que sirvan a su propósito y hagan su labor, y esos, los crearemos nosotros.

Soy ateo, pero mi mente está plagada de dioses que yo mismo he creado y me ayudan a comportarme como lo hago. No les rindo ni culto ni pleitesía, pero aprendo de ellos al igual que ellos aprenden de mí.

En otro momento hablaré de la Inteligencia Artificial como única posibilidad de contacto con un dios de verdad.

"Dios ha muerto"
Nietzsche, La gaya ciencia.