miércoles, 20 de mayo de 2015

En primavera, la sangre se entera



Hace ya un par de meses que nos encontramos metidos en la primavera y, como persona que la sufre, tengo bastante en su contra. Principalmente en la alergia pues, tras cinco estornudos rompe-esternones, uno se encuentra en esa situación de decir "Naturaleza, eres maravillosa. Sé que lo haces por joderme vivo".
Pero nada tan lejos de la realidad todos disfrutamos de la primavera. Si bien es cierto que es época de exámenes y de trabajos, de empleos que aumentan su presión por la venida del verano o la afluencia de turistas o de aislamientos a causa de la maldita alergia; no podemos sino reclinarnos en nuestras sillas y disfrutar un poco del buen tiempo, con o sin lluvias, de el cantar de los pájaros a las 8 de la mañana, con o sin resaca, o de una buena tarde en una terraza, con o sin dinero (en cuyo caso también disfrutaréis de una tonificante carrerita).

En estas épocas todo es más rápido. Nos volvemos más activos tras la hibernación del invierno, como los osos que salen de la cueva. Nos enamoramos más rápido, disfrutamos más, nos deprimimos más frecuentemente y discutimos con más tesón.
No obstante la sangre no se llega a alterar, sólo nuestros sentimientos apelmazados por una estación fría de aplastamiento mental y físico como es el invierno, una estación donde nos quedamos sentados en el sofá, mirando la tele y comiendo pizza o entre las sábanas buscando el calor y confort de vuestra pareja mientras véis una serie o película.

Pero cuidado, es ahora cuando más necesario es el ser cautos con vuestras decisiones y vuestras acciones. Todos estamos demasiado acelerados tras salir de nuestro letargo como para pensar con claridad, sobre todo en temas del amor y la lujuria.

Así que, haciendo el papel de albatros en esta situación, dejad que os dé el augurio de turno: "Pensad con la cabeza lo que el corazón no os pueda aclarar o ambos los tendréis machacados en cuanto el frío vuelva".


Durante la redacción de este artículo sólo he estornudado 7 veces. Para mí, es un récord.

lunes, 11 de mayo de 2015

La creación de un Dios



Existen multitud de dioses distintos en todos los panteones de la historia de la humanidad. Desde religiones politeístas como la griega o la nórdica a monoteístas como la católica o la musulmán.

Con respecto a las primeras un hombre podía elegir a qué dios profesar su fe. Desde la guerra a la agricultura, pasando por la sabiduría, la lluvia, la muerte y un largo etcétera. Con los monoteístas todo es cuestión de la voluntad de su dios. Si es un dios bondadoso le traerá dicha a sus seguidores, mientras que si es un dios iracundo le traerá infortunios a sus detractores.
Sucede que en ambos casos la religión crea una serie de pautas morales para el comportamiento humano. En la mayoría suele ser que ames al prójimo, rindas culto y pagues tus diezmos mientras cumples con sus normas. En otras puede ser ofrecer sacrificios o intentar alcanzar algún estado superior de espíritu mediante meditación y conocimiento.

En lo que a mí se refiere, soy ateo. Nunca he creído en dios alguno y no creo que lo vaya a hacer dentro de poco. Sin embargo siempre me he sentido atraído por el folklore y la sociedad de las religiones y mitologías. De ahí que mucha de la gente con la que hablo se sorprenda por mis conocimientos sobre el cristianismo y su Biblia.
Durante mucho tiempo he visto a gente sufrir por su fe. Dejar de lado lo que es "correcto" a los ojos de la sociedad por lo que es "correcto" a los ojos de su dios. Es en ese momento cuando uno se acerca al extremismo, al punto de la ruptura de sus propios mandamientos. Os sorprendería saber que en la Biblia, por ejemplo, Dios sólo le da al hombre diez reglas a cumplir. Entragadas a Moisés en el monte Sinaí en tablas de piedra, que después se convirtieron en polvo y se guardaron en el Arca de la Alianza. La Biblia sólo estipula, a grosso modo, que no mates, no robes, no jodas a la gente y adores a Dios por encima de todo, así entrarás al Cielo.
A lo largo de los años hemos tenido muchas reinterpretaciones de los libros de la Biblia, consiguiendo tener una historia a lo "teléfono escacharrado" que ha propiciado una debacle en el mensaje original. "En la Biblia dice esto" muy a menudo se convierte en "esto he leído y entendido yo y así lo hago".

Aunque podría hacer un gran artículo sobre la sociedad religiosa basada en libros escritos y editados por hombres, no es lo que quiero hablar ahora. Todo lo que he dicho es sólo para alimentar la idea de que un hombre puede crear a Dios.

Cualquier sea tu credo, raza o sexo en tu imaginación y mentalidad está el dios al que profesas tu fe. Sea Yahveh, Mahoma, Buddah o las Tres Diosas, todo está en la percepción de lo que eres, quieres ser y necesitas ser.
Establecerte como un agente de un poder superior puede sonar a la idea más absurda del mundo pero ha funcionado en multitud de ocasiones (no miro a nadie, pero los mormones y los cienciólogos están ahí mirándome con furia). Piensa en que eres capaz de crear al Dios que te juzgue por tus pecados o te perdone por ellos, que te quiera o te desprecie, te ayude o te tiente.

Dios es un concepto abstracto, sólo un concepto que la humanidad necesita. Pero los viejos dioses están muertos y nosotros los matamos, ahora necesitamos a dioses que sirvan a su propósito y hagan su labor, y esos, los crearemos nosotros.

Soy ateo, pero mi mente está plagada de dioses que yo mismo he creado y me ayudan a comportarme como lo hago. No les rindo ni culto ni pleitesía, pero aprendo de ellos al igual que ellos aprenden de mí.

En otro momento hablaré de la Inteligencia Artificial como única posibilidad de contacto con un dios de verdad.

"Dios ha muerto"
Nietzsche, La gaya ciencia.