domingo, 17 de noviembre de 2019

BDSM: Secretismo y hermetismo en una comunidad abierta



La comunidad tiene un problema serio. La proclividad a conceder cargos de portavoz a aquellos que, sólo por gritar más o decir majaderías, han convertido una cultura y una filosofía en una forma de atención. Tristemente, no se puede dar cargo de portavoz a alguien que pertenece a una comunidad que no está organizada. Las ideas y prácticas se moldean entre todos, no hay cargos que nadie ostente porque nadie puede hablar por todos nosotros fielmente.
Tras ver múltiples artículos, escritos, posts, noticias y demás sobre personas que consideran que su visión del BDSM es la única que existe, que somos un grupo cohesionado que seguimos las mismas prácticas y decidimos en votaciones, he visto que la polarización casi política está filtrándose en nuestras camas.
No os confundáis. Hay reglas importantes y necesarias dentro del BDSM, a saber: que todo lo que hagas venga con el beneplácito de tu contraparte, que tengas conocimientos suficientes para no poner en riesgo su vida y que no involucres en tus prácticas a gente que no quiera o sepa participar en ellas.
Pero estas normas, pilares para muchos, no son más que una guía de sugerencias para otras personas a quienes se les llena la boca ante su propia visión cegada de cómo es un grupo abierto.