martes, 27 de septiembre de 2016

BDSM: Introducción VIII, cuándo otorgar el collar


Para las personas que sigais las tradiciones del BDSM debéis saber que una de las más importantes es la entrega del collar. Ya hablé AQUÍ sobre el significado de los posibles collares que podéis encontrar en la cultura, pero ahora quiero hablar de forma más extensa sobre cuándo entregar el collar.

El collar es un símbolo de unión entre un Dom y su sumiso, eso es algo indudable, pero como símbolo debe respetar ciertas formas que han quedado de alguna forma emborronadas con el paso de los años y con la mala imagen que se le ha dado en libros, películas e internet.
Al principio de una relación el Dom debe entregarle a su sumisa un "collar de consideración", que es sólo una mera formalidad para que se forme un vínculo. Después del paso de un tiempo (a discrección del Amo, obviamente, pero no suele pasar del mes), se pasa al collar de entrenamiento. Este collar es el que más tiempo se llevará y se utilizará. El concepto de entrenamiento aquí es el de madurar una relación, tanto sentimentalmente como físicamente. Haciendo prácticas que ambos disfruten y creando un lazo de confianza y afecto.


Si bien el collar de entrenamiento es sólo una pieza de cuero y metal que se puede utilizar para embelesar a alguien o como una pieza práctica durante las sesiones, el entrenamiento debe ser riguroso. El Dom debe haber creado una serie de tareas, bien sean sólo para él o compartíendolas con su pareja, que haga que la relación evolucione hacia el camino que ambos desean.
Las tareas pueden ser cualquier cosa que se opine que haga mejorar la relación, desde tener una cruz de San Andrés en el salón a hacer un viaje juntos a la Guayana francesa. Habitualmente suelen ser cosas relacionadas con la relación D/s, por supuesto, pero el collar no está supeditado al sexo y las prácticas.
Esta lista es lo que cualquier Dom tiene que tener presente cuando desee formalizar la relación hasta el máximo y otorgar un collar formal. Lo cuál quiere decir que esa relación es algo genuino y que ha pasado por los altibajos que pueden traer las relaciones BDSM.

Esta formalización no está atada a la monogamía o el monoamor, obviamente, pero sí es un símbolo de que esa pareja tiene un vínculo irrompible forjado a lo largo de los años, que conocen las partes malas y buenas de cada uno y han decidido permanecer juntos. Aunque la tradición dicta que si la parte sumisa es poli en alguna forma, le tendrá que pedir permiso a su Amo para que pueda mantener otras relaciones (pero si ya se ha llegado al punto de formalizar algo así, ambos deberían saber sobre estas cosas desde mucho tiempo atrás).

Obviamente el collar de entrenamiento puede evolucionar también mientras evoluciona la relación. Mejorándolo o cambiándolo por otros más ornamentales o prácticos según vayan surgiendo las situaciones. Aunque se cambie el collar no tiene porqué significar que sea uno formal.

Un collar de entrenamiento diseñado para el juego.

Los collares formales, como ya expliqué anteriormente, son collares meramente estéticos, que utilizar en situaciones de sociabilización. Estos collares suelent utilizar los tres metales del BDSM: El oro, la plata o el hierro, aunque por motivos estéticos hay muchísima gente que elige el latón para los abalorios, remaches y enganches. Una de las piezas imprescindibles suele ser la inscripción de las iniciales del Amo en alguna parte del collar.

Estos collares suelen estar hechos a mano y a medida, simbolizando la devolución del esfuerzo de la parte dominante a su contraparte sumisa. Aunque eso sí sea una tradición más remontada a la época en donde la parafernalia BDSM no era algo común y casi todo el mundo debía realizarla a mano (algo similar a lo que sucedía con la moda gótica o metalera al principio).

Como véis, la entrega del collar es importante y está llena de simbolismo. Debe ser un momento lleno de excitación y alegría más que de curiosidad u orgullo.

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