sábado, 17 de marzo de 2018

BDSM: Kink Vs. BDSM, distinción en la sexualidad diversa



Existen varias formas de explotar los gustos sexuales de una persona. Cuando estos gustos se alejan de la norma se lo considera una "deviación sexual", pero con los movimientos de libre sexualidad ahora existe algo llamado "sexualidad diversa", en el cuál el BDSM y sus prácticas se ven incluidos.
¿Hasta ahora bien? Vale.
Una pregunta frecuente que me suelen hacer es si una u otra práctica es considerada una forma de BDSM. Esa clase de preguntas, aunque tengan cierto peso porque el mundillo sí tiene ciertas prácticas que se consideren parte del mismo, fallan en ver que el BDSM no es tanto de relaciones sexuales sino más de relaciones personales con un fuerte sentido de la exploración sexual.

La sexualidad diversa es la forma que tiene una persona de disfrutar de sus gustos sin sentirse enjuiciado y perseguido por los mismos, y, al igual que en el BDSM, consta de muchas prácticas que se dan en formas no tradicionales.
En ello entra en juego el "kink", que es el término anglosajón para definir una "perversión". El kink y el BDSM se han dado de la mano en muchas ocasiones y han explorado caminos por la senda del disfrute en otras tantas, pero se diferencian en algunas cosas bastante importantes como para llegar a considerarlo algo similar.
Mientras que el kink explora únicamente el placer físico y mental de una relación sexual, el BDSM hace un gran hincapié en las relaciones sociales, sentimentales y físicas. Aunque ambos sean muy similares en muchos apartados hay gente que no quiere o puede hacer la transición hacia el BDSM y eso es una complicación cuando se encuentran con alguien que es considerado "bedesemero". Pero quiero hacer un apartado para ambos conceptos para explicarlos mejor.



Kinkster

Los kinksters ("pervertidos" en inglés) son aquellos que disfrutan de los placeres hedonistas de la vida, especialmente cuando se consideran algo alejado de la norma tradicional del sexo. Fetichistas, exhibicionistas, sensualistas, sadomasoquistas, spankers, atadores, voyeurs... cualquier práctica que puedas disfrutar física o mentalmente es una práctica kinkster. Pero ¿por qué un sadomasoquista es un kinkster? ¿No sería un miembro del BDSM? No tiene porqué. Como explicaré en la siguiente parte el requisito para considerarse miembro de esta comunidad no me molestaré en narrar la diferencia, pero quedaros con el tema de que a un kinkster le mueve el placer físico tanto suyo como de su pareja.

BDSM

La verdadera diferencia reside en el concepto que tenemos sobre lo que significa el BDSM y aquello que defiende tanto en el sexo como fuera de él. Si bien encontramos una gran cantidad de similitudes entre el BDSM y el Kink, existe una gran e importante diferencia: el pensamiento filosófico de la comunidad.
El BDSM no es tanto una serie de prácticas y de protocolos sino una forma de ver las relaciones muy particular, con el consenso y el conocimiento por bandera. Una persona kinkster puede o no disfrutar de nuestras prácticas, pero para considerarse un miembro de pleno derecho tiene que contar en su mentalidad con dos factores importantes: Comprensión de las relaciones y espíritu de aprender.
No, no es necesario que alguien tenga que aprender Teoría del BDSM como he hecho yo, pero sí es importante el interesarse por la historia, la comunidad, los intereses ajenos y propios y por la perfección de tus propias técnicas para poder complacer y compartir con tu pareja (aunque ésta sea meramente física).

Es algo complicado y requiere mucho tiempo, esfuerzo, frustración y confianza interpuestas en la otra persona, por ello mucha gente prefiere quedarse con el lado kinkster de la sexualidad aunque se consideren así mismos miembros de la comunidad.
En ese momento existe un pequeño conflicto. Por un lado la comunidad kinkster (que existe y es muy extensa) se integra perfectamente con la comunidad BDSM en muchos aspectos del mismo, pero la comunidad BDSM no lo hace tanto o, al menos, tan bien con la comunidad Kinkster.
En muchas ocasiones hemos visto o sufrido los abusos por parte de alguien que se consideraba un miembro del BDSM de pleno derecho pero que, por sus actitudes de depredador o por un fallo serio en su aprendizaje, se ha convertido en una persona que ha roto el código de conducta tácito dentro de la comunidad. En muchas ocasiones esas personas son kinksters que buscan la perversión por encima de la preocupación inherente a su pareja, usando como carta de presentación su afiliación o experiencia dentro de la comunidad BDSM.
Esas personas son gente a evitar por ser parásitos que explotan a personas inexpertas.


Si bien no existe una barrera definida entre lo que se considerarían prácticas kink y prácticas BDSM y se podrían intercambiar las etiquetas con total normalidad, sí existe una clara diferencia de mentalidad respecto a la forma de ver tanto las relaciones como la experimentación de la sexualidad. Mientras que una está conforme a unos códigos y filosofías impuestas mediante el consenso de una comunidad, el otro no tiene esas restricciones, volviéndolo algo meramente físico e insustancial a largo plazo.

No tengo nada en contra de los kinksters (y hasta he tenido grandes sesiones con ellos), pero con el tiempo hay que pensar en las incompatibilidades inherentes a ambos movimientos y pensar en transicionar, aunque conlleve un sacrificio para alguno de los dos.

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