Muchos autores, aunque sean amateurs, no escriben para un publico. Lo hacen para sí mismos. Desde historias fantásticas a poesía a ideas que tienen. Necesitan plasmar en un papel o pantalla lo que un pintor haría con una brocha y una paleta.
El miedo a la crítica es siempre algo que está presente cuando lo que has escrito se vuelve público. Puede hacer mella en tu cabeza y dejarte sin ganas de continuar en muchas ocasiones, principalmente porque una mala crítica pesa mucho más que diez buenas.
Sin embargo lo seguimos haciendo. Podemos dejarlo durante prolongados períodos de tiempo, perder las ganas o carecer de inspiración, pero continuamos escribiendo una y otra vez.
Nuestras ideas toman forma y se amplían en nuestros escritos. Rara vez lo que comienza siendo un pensamiento termina de la misma forma escrita. Usamos lo que tenemos en nuestro entorno con tesón, paciencia y pasión para imbuirnos a nosotros mismos de una fiebre que nos consume.
Podemos tener críticos, gente a la que le caigamos bien o mal, gente que ataque el escrito sólo por quién lo escribió, pero eso da igual. Lo que queda es la idea y, aunque sólo fuera a una persona, si esa idea es válida, habrá cumplido con su propósito de alcanzar las mentes.
La escritura es el último baluarte de la expresión humana. Si bien es una de las artes más extendidas es una de las que menos controlan a día de hoy. Podemos leer libros de dictadores militares, de filosofía con más de 3000 años de antiguedad, biografías de auténticos monstruos escritas por ellos mismos... lo que se consigue con un libro es difícil de conseguir de ninguna otra manera, una visión total de la mente del escritor y sus propias ideas.
Somos lo que somos, somos escritores. Para bien o para mal.
"Tomaré toda mi miseria y la transformaré en un arte para que el mundo la comprenda" - Anónimo
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