domingo, 10 de julio de 2016

BDSM: Las personalidades de un Dom o "Jeckyll in the streets and Hyde in the sheets"


Dejando de lado por un momento la serie de introducción procuraré intercalar esos artículos con algunos sobre mi propia opinión y experiencia con las gentes, situaciones y prácticas de este vasto mundo que es la escena del BDSM.

Póster de la adaptación de Paramount (1931)
Teniendo en cuenta las distintas clases de personalidades únicas que puede poseer un Dom con todas sus pequeñas distinciones (y exceptuando a muchos de los que practiquen el 24/7 de los que no hablaré mucho por mi falta de experiencia con ese lado del BDSM), hay una clase de personalidad que me llama mucho la atención.
Lo que me gusta denominar el Jekyll y Hyde de la personalidad es el concepto de dos personalidades totalmente opuestas que se pueden dar ocasionalmente en algunos dominantes. Si bien no es raro sí resulta peculiar el encontrarlo en alguien y detenerse a observar dichas personalidades en acción.


Este concepto es el que explora una personalidad casi vainilla, afectiva y sentimental (Jekyll) contra su opuesto más calculador, dominante y hedonista (Hyde). En estos casos se puede encontrar que Jekyll posee los atributos clásicos de una relación sentimental o, al menos, afectiva, preocupándose por mucho más que el sexo y teniendo en consideración todos los factores ajenos a él.
Hyde tiene a su disposición una actitud más dominante, fría, calculadora y socarrona, sabiendo aprovechar esos atributos en pos de un mayor placer (tanto ajeno como propio).
Por decirlo de una forma simple, Jekyll es la parte sentimental de la pareja mientras que Hyde es la parte sexual.

Lógicamente cuando hablo de dos personalidades distintas no es de forma literal si no de una persona que posee ambas facetas y sabe cuándo y cómo tiene que mostrarlas. El concepto de Jekyll y Hyde también se ha expresado muchas veces con la frase hecha "princesa de día y puta de noche", que hace referencia a tener una personalidad afable y cariñosa de cara a la gente normal pero luego una parte visceral y desgarradora en la noche cuando se está en privado.

Si bien el encontrar un equilibrio entre el lado Jekyll y el lado Hyde es lo que debería ser el objetivo de todo buen dominante esto es algo que no se puede adquirir por uno mismo. La importancia de tener un compañero o una compañera que se compenetre en esos aspectos de la vida de un dominante es de suma importancia.
Si tu pareja está contigo por una de las dos formas pero desea reducir la presencia de la otra, vas a encontrar un desequilibrio, algo que no necesitas.

De la misma forma que los dominantes abogamos por el placer de ser obedecidos y los sumisos buscan el placer de complacer, en una pareja debe haber una simbiósis ajena al sexo.
Esta simbiosis a veces puede desestabilizar las cosas a las que estás acostumbrado, dejándote con uno de tus dos perfiles más necesitado que el otro. Lógicamente estos períodos de transición pueden ser tan beneficiosos como perjudiciales hasta que se alcance dicha simbiosis y ambas partes consigáis tener un status quo sobre la relación, tanto amorosa como sexual.

Según las conversaciones que he tenido con varias sumisas y sumisos (y esto sí que es algo que se reduce a mi propia experiencia sobre los círculos que me rodean) esta clase de dominantes son de los que más han llegado a disfrutar, puesto que su dedicación y entrega trasciende las sesiones. Su parte Hyde se ve potenciada por su lado Jekyll, cogiendo los beneficios de ambos y haciendo tanto del sexo como del aftercare algo a otro nivel por completo.

Hyde folla y Jekyll se preocupa. Pero al revés también.
Como veis el BDSM trata mucho sobre la dualidad y la compenetración, hasta cuando se trata de en uno mismo. El intercambio de poderes que puede tener una personalidad es el mismo que puede haber en una relación.
Saber que Jekyll es necesario es lo que permite a un Dom descubrir más sobre su sumisa y poder llervarse a cabo situaciones de las que no era capaz antes cuando es Hyde. Recordad que el BDSM es un viaje de descubrimiento personal y social, no de autocomplaciencia.
James Nesbitt en la miniserie Jekyll, de Steven Moffat

Si sustituimos a Hyde nos quedaríamos con un Dom que se pensaría demasiado, no se dejaría llevar y, al final, no disfrutaría de su sumiso como debería, y eso es algo que un sumiso no debería permitir.
Si en su contrario sustituimos a Jekyll y nos convertimos en una máquina, cruel, fría y manipuladora, podríamos conseguir un sexo increible, sí, pero ese descontrol le pasaría una factura a esa relación en muy poco tiempo.

Mantener ese equilibrio es importante, al igual que saber disfrutar siendo Jekyll y siendo Hyde, recordad que todos llevamos un monstruo en nuestro interior y es nuestro deber que no se rebele. Qué lado decidís que sea el monstruo es cuetsión vuestra nada más.


"Aprendí a reconocer la minuciosa y primitiva dualidad del hombre.
Vi que, de las dos naturalezas que contenía el campo de mi consciencia,
incluso si pudiera decir con razón que no era ninguna de las dos,
sólo era porque era radicalmente ambas".
- Dr. Jekyll & Mr. Hyde, Robert Louis Stevenson

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