sábado, 23 de abril de 2016

BDSM: Introducción II, conceptos básicos


Como ya dije en el anterior artículo el BDSM se compone de muchas y distintas prácticas pero todo ello se puede desgranar en lo que yo considero los dos conceptos principales de práctica: la física y la psicológica.
Cualquier práctica que se realice en este marco se categoriza en una de las dos clases o en ambas a la vez.
Obviamente no tiene mucho misterio el saber que la física se relaciona con las acciones que requieran actos de fuerza o destreza y las psicológicas demanden tirar de mente y sentidos, pero hasta donde yo me he encontrado todos tiramos hacia un lado u otro de forma instintiva.

El apartado físico lo componen todas las prácticas o juegos que requieran de acciones físicas para ser disfrutados. Entre otras serían el spanking, la disciplina, el bondage, la tortura, flogging, whipping, breath play... pero la lista sigue y sigue. Este es el apartado más común porque permite a la gente dejarse llevar por esos instintos primarios que todos poseemos en nuestro interior, ser depredador o ser presa, castigador y castigado.

En el psicológico juega una gran parte la imaginación de los integrantes pues es en ella donde se fraguan las fantasías y el cómo se llevan a cabo. Requiere mucho esfuerzo y preparación llevar a cabo un escenario pero suele dar muy buenos resultados entre aquellos que lo disfrutan, aún más en combinación con la faceta física.
En este apartado se colocarían cosas como la dominación, el vouyearismo, la humillación, el pet play, los juegos de rol y otras tantas prácticas que se dan en este mundo.

Gran parte de la magia de este movimiento es saber encontrar un equilibrio adecuado para ti, explorando tus gustos tanto como te veas capaz. Poca gente es sólo capaz de sentirse atraído por una de las partes, pero existir, existen.
Sin embargo, todos tenemos preferencias por un lado u otro (en mi caso es el psicológico, por ejemplo), y debemos darnos cuenta de nuestros gustos antes de tratar de anteponerlos a los de nuestra pareja en crimen.

Una persona de pleno derecho que considere que pertenece a la comunidad del BDSM sólo tiene que cumplir con dos principios básicos en mi opinión. El primero es comprender los códigos de conducta (SSC o RACK), el segundo es que aprenda continuamente sobre sus gustos y los gustos de su pareja, buscando una forma de complacer y ser complacido teniendo en cuenta los gustos de ambos y haciéndolos encajar de la mejor forma posible.

Obviamente no siempre se pueden pueden encajar todos los gustos que tengamos dentro de nuestra relación, para respetar las cosas que no queramos hacer disponemos de un concepto llamado "límite". Esta palabra hace referencia a una práctica o técnica en particular que no nos gusta y no deseamos probar. Es una de las cosas a respetar dentro del movimiento y es algo que debe compartirse pronto en una relación.
Frecuentemente es el sumiso quien suele tener más límites puesto que es él quien los "sufre" en caso contrario, pero hay que recordar que los Dominantes también tienen su buena dosis de traumas, disgustos y problemas con el sexo y, por ende, también tendrán sus límites propios. En ambos casos, teniendo ambas perspectivas en consideración, se debe buscar el punto medio para poder disfrutar lo más posible.

Cuando un límite se rebasa, bien sea por accidente o por dejarse llevar, es necesario mantener una medida de seguridad para detener la sesión y asegurarse del bienestar de la otra persona. Para ello existe otra de las formas centrales del BDSM consensuado, la "palabra de seguridad". Esta palabra suele ser algo que saque de la atmósfera y la situación a cualquiera de los integrantes de la sesión. Algo tan simple como gritar "plátano" porque sientes que estás a punto de hacerte daño puede chocar tanto que tu compañero se detenga para asegurar tu bienestar.



En el siguiente artículo hablaremos de los distintos roles principales que existen pero por el momento hablaré de los dos primarios que he mencionado antes, en los que se basan todos los demás: sumiso y dominante.
Esta relación dualista significa que una persona obedece a otra de alguna forma. Bien puede ser porque quiere complacer, porque quiere que acallen su rebeldía o porque le gusta que le fuercen a obedecer. El dominante también puede variar en el espectro, pero su papel es el de diseñar un escenario adecuado para que ambos puedan disfrutar.
Bondage ligero, por ejemplo, es lo que se suele considerar un buen comienzo. Un sencillo arnés por debajo del colchón de la cama que pueda atar tobillos y muñecas manteniéndolo todo separado e inmóvil permite que el dominante pueda realizar todo lo que desee mientras que la parte sumisa se deja hacer y llevar por la sorpresa.


El BDSM, al igual que el tantra, trata mucho sobre la dualidad de las personas. El cómo dos opuestos se compenetran para crear uno sólo en cuestión de personalidad y placer y cómo, con su práctica, se desarrolla la espiritualidad y la introspección personal.
Es fácil dejarse llevar y acabar descubriendo cosas de uno mismo que antes no se sabían, pero es más importante ser sincero con uno mismo y con la pareja para alcanzar un punto álgido en la relación, esté el sexo de por medio o no.

Y hablando de ello; aunque la mayoría de la gente ve el BDSM como algo que se mantiene en la cama, también existe gente que vive el movimiento totalmente, fuera y dentro del sexo. Esta gente se denomina "24/7" por su disponibilidad continua e ininterrumpida, y suele ser gente que ha encontrado en el movimiento una pasión de la que no pueden desprenderse ni un segundo.


Como podéis ver este aparenta ser un mundo complicado y lleno de variaciones y versiones distintas de cosas simples, pero con el tiempo uno llega a formar parte de él con naturalidad y comprende los recovecos que puedan existir. Todos seguimos aprendiendo con el paso.

"Good is the passive that obeys Reason. 
Evil is the active springing from Energy. 
Good is Heaven. Evil is Hell" - William Blake, El Matrimonio del Cielo E Infierno


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