domingo, 11 de diciembre de 2016

BDSM: Sumisos, su poder en la relación



Como he dicho en varias ocasiones a lo largo de este blog, la sumisión es también un papel de poder.
Mucha gente, sobre todo aquellos que se están iniciando, toman el sentido equivocado de la palabra y piensan que tener un rol sumiso implica obedecer en todo a tu Dom y cumplir todos sus deseos.
No hay nada más lejos de la realidad.

La sumisión es un rol complementario, pero no es algo deshumanizador (a menos que eso sea lo que te atraiga, por supuesto). Es sencillo dejarse llevar por el sentimiento de querer complacer y llegar a realizar cosas que no te gusten sólo por el mero hecho de contentar a tu pareja, pero eso es un comportamiento que debería evitarse a toda costa.

En varias ocasiones me han venido sumisas a preguntarme cómo le podían decir a su Dom que había cosas que no les gustaba hacer sin que pareciera que se oponían a sus deseos. Mis respuestas a dichas dudas bien eran "díselo inmediatamente" o "si no lo acepta, déjale". No hay un término medio puesto que las relaciones D/s se basan en una comunicación constante y evolución conjunta.

Si bien es cierto que los límites están por algo y disponemos de las palabras clave, es sorprendente la cantidad de sumisos que no los usan por temor a una represalia peor que el acto en sí, como el abandono de la relación o el temor a que el sexo dé "un paso atrás".

En esos momentos debéis comprender una cosa: NO sois un juguete. Poseéis un control igual al de vuestro Dom que permite controlar los juegos como él. Y, en el fondo, debería rendirse a vuestros deseos de la misma manera que vosotros os rendís a los suyos.

La sumisión tiene un papel bastante claro, pero no es un papel desprovisto de poder en absoluto.
Un sumiso debe darle a su Dom unas pautas que seguir, unos límites que no debe cruzar y otros que le gustaría experimentar. El consenso sobre qué es tabú y qué no debe ser algo claro.

Eso es algo que da poder en una relación.

Puedes desear sus mimos, cariño o atención. Puedes desear que te asfixie mientras te acaricia. Que te muerda o que te degrade.
Pero en el fondo ¿no son esos tus deseos propios? El Dom debe ser un artífice de esos deseos, alguien en quien la confianza depositada da beneficios sustanciosos en forma de placer y cariño a partes iguales.
Cualquiera puede meterla y sacarla a X ritmo, pero follar una mente es algo sumamente complicado que requiere de cierta conexión previa, aun siendo el polvo más casual del mundo.

Se puede dar el caso, si estáis comenzando, que no conozcáis dónde están vuestros límites y queráis experimentar las bondades del BDSM. Siendo así debéis ejercer algo de precaución porque estáis a disposición de vuestro Dom o Domme. El establecimiento del "código de luces" (verde, amarillo o rojo según el nivel de angustia que tengas) es recomendado, al igual que la sempiterna palabra clave.
Lo único que puedo decir en momentos así es que confíes en tu pareja y tengas claro qué es lo que NO quieres, dejando el resto en una suculenta incógnita.


Sea como sea tu relación de sumisión de cara a otra persona recuerda que siempre poseerás el poder de detenerlo cuando lo desees. Al igual que tu contraparte Dom tendrá el poder de presionarte y llevarte a la entrada de tus límites.

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