sábado, 18 de febrero de 2017

BDSM: El síndrome de Davy Crockett



Dentro de nuestras sesiones y juegos uno de los factores más importantes son los límites que poseemos.
Bien sea en el sexo o en la relación en sí, tanto Doms como sums poseen ciertos límites que tienden a ser doblados en algunos casos y rotos en otros (cuando ambas partes están de acuerdo), pero casi siempre se opta por respetarlos para que todo sea consensuado y razonable. Esto es importante para tener una relación BDSM sana y cuerda.

Sin embargo la comunidad no es ajena a un tipo de Dominante que se da más frecuentemente de lo que le gustaría. Es aquél que sufre el síndrome del aventurero y explorador Davy Crockett.

Aquellos que adolecen de dicho síndrome se comportan de una manera sumamente egoísta, puesto que los límites no están creados para ellos y tienden a tratar de romperlos sin el consenso de su pareja.
Bien sea movido por su propio deseo o porque simplemente no considera que el tener un límite que sabe que puede disfrutar, los Davy Crokett se convierten en un peligro para las relaciones sexuales de la comunidad.

Aunque es cierto que muchos de nosotros nos hemos encontrado con el típico "¿Cómo no te puede gustar? ¿Lo has probado acaso?", hay que saber trazar la linea entre esta gente que trata de concienciar y educar sobre sus gustos y aquellos que toman lo que les place sin comunicación alguna.

Dentro de los límites nos encontramos de dos tipos, los límites suaves y los límites duros. Los suaves, por si no lo habéis imaginado, son los límites que nos ponemos por aprehensión o congoja. Una forma de tratar de evitarlos pero que, con los argumentos, el cuidado y la atención necesaria pueden ser rotos en la práctica.
Los duros, por otro lado, son aquellos que tenemos la certeza de que no disfrutaremos en ningún ámbito de la relación. Estos son los que deben ser respetados en todo momento y nunca deben ser tratados con ligereza.

Un ejemplo común de límite suave podría ser el castigo físico en forma de spanking, el uso de juguetes o la humillación; mientras que un ejemplo de los duros pueden ser la escatología, el sexo en público o el sexo anal.
Si bien hay gente que disfruta de estas cosas y conoce el sentimiento de que no todo el mundo lo apruebe, también existen aquellos que por su propia frutstración y empoderamiento tratan de forzárselos a sus parejas.

Esto debe evitarse.

La comunicación es sumamente importante, y saber de los límites de cada uno es un elemento clave de una relación BDSM sana.
Por supuesto todos tenemos fantasías, juegos, prácticas que queremos realizar y nos son impedidas por un motivo u otro. Aun así debemos conocer que esa misma frustración que tenemos nosotros es devuelta en forma de respeto por parte de nuestra pareja.

Nada es sencillo cuando se trata de los placeres de la carne.

No hay comentarios:

Publicar un comentario