¿Alguna vez os habéis preguntado qué es lo que hace a un hombre un villano? ¿Qué le lleva a semejantes excesos respecto a la vida humana?
Yo sí.
Es un sentimiento de impotencia ante las adversidades. Un sentimiento de traición. De desesperación. Algo que te lleva a sentirte alejado de la sociedad y su forma de pensar. Es la frustración, el miedo, el abandono, la traición... sentimientos negativos que no puedes abandonar, te consumen y acabas aceptándolos en tu interior.
Hay gente que podría argumentar si esto es debido a un problema en el entorno, a un trauma o incluso a una patología genética, pero sea el motivo que sea siempre se mantiene el mismo resultado. Un hombre bueno se ha vuelto alguien malvado.
Hay atractivo en serlo, sin duda. Todos hemos deseado que el malo ganara al bueno por una vez, bien fuera por su historia trágica o por su dedicación a conseguir un ideal que muchos envidiamos. Pero en el fondo no hay razón para sentir esa atracción. Sigue siendo el anhelo por no poseer lo que se tiene. Y habitualmente eso suele ser una liberación para hacer lo que se plazca. Porque si el mundo tiene que ser tuyo primero ha de dejar de importarte el mundo, y eso es algo que la gente que no tiene nada hace muy bien.
Una característica importante para un villano es la carisma. El mostrar a la gente que su vida puede ser más simple, más interesante o, al menos, más protegida hace que se creen ejércitos y se cometan atrocidades.
El miedo es un buen motor para ello. Algo tan simple como atemorizar a alguien te convierte en el dueño de sus pensamientos. Pasas de presa a cazador, aunque en ningún momento hayas dejado de ser una presa en tu vida.
El poder corrompe. Algo tan innegable ahora como cuando lo dijo Einstein. La gente a cargo de aspectos de tu vida pueden malearla a su antojo. Desde los tiempos de los reyes al clero a las democracias todos tus antepasados han estado bailando un baile que no sabían bailar (no por nada la palabra villano viene de "atado a la villa, campesino"). Y, de repente, sucede lo inesperado: hambrunas, represión, violencia, desesperación... revueltas. Donde todos los hombres se expresan con su sentimiento más primitivo bien sea porque quieren mejorar su situación o porque simplemente no quieren perder lo que tiene.
Esto es algo que he visto a menudo.
Somos gente indefensa en el tablero de ajedrez de una mente perversa. Puedes ser un peón, una reina o el mismísimo rey que serás utilizado y sacrificado sin conocimiento para conseguir los objetivos de un jugador. ¿Eso le hace malvado? Quizá. Pero si en el tablero controlas al rey, ¿quién controla al rey? ¿Dios? Y si Dios desea que te sacrifiques a ti y a tus hermanos para conseguir proteger a un sólo hombre ¿le hace eso malvado? De nuevo, quizá.
El sentimiento de desesperación y de impotencia causa crueldad. Crueldad a la sociedad, a ti mismo o a tus pares, pero crueldad al fin y al cabo. No puedes hacer nada por ello aparte de continuar hacia delante. Pero el camino hacia delante puede ser bien una cuesta empinada hacia abajo o un terraplen por el cual caer.
La experiencia me ha mostrado que es más difícil el subir esa cuesta que el tropezarte y caer. Sobre todo si pensamos que cada caída resulta en que estés más y más herido.
¿Hasta dónde puede aguantar un hombre? Bien podría rendirse sin más, o tratar una y otra vez de escalar una empinada cuesta aunque sepa bien que otra caída podría matarlo. La otra opción es abrazar tu situación, encontrar un estado mental en donde te hagas consciente de la carencia de control que existe en tu entorno.
Pero qué hacer en esos momentos es lo que importa. Podrías volverte un maestro zen y aprender que de todo momento duro en la vida puedes aprender algo para evitar que se repita en el futuro. También podrías tomar el camino corto, rebelarte contra la sociedad que te ha tratado mal, robar aquello que necesitas, atacar a aquél que te ha puesto en esa situación o demostrar aquello que no te han dejado demostrar.
Es sencillo tomar ese camino, muy sencillo. La mayoría de la gente ni siquiera pensaría en las consecuencias de ello si llegase a suceder, sólo importarían sus resultados. Pero eso, al fin y al cabo, es la vida.
Seas quien seas necesitas paz de mente. Tranquilidad. Encontrar la felicidad en algo. Ser capaz de ser tú y poder expresarte como desees. Pero si no eres capaz de ello no acabes atrapado. No caigas. Podrías no salir.
"Mata a un hombre y serás un asesino. Mata a miles y serás un rey. Mátalos a todos y serás Dios" - Blade
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