Como especie hemos sido beligerantes por naturaleza. Donde algunos han tratado de encontrar paz y armonía en su entorno otros han hecho la guerra y el caos. Los sentimientos que se superponen a otros no son sino la raíz para un objetivo más complicado.
Conseguir un status, poder, un amor o algo material son sólo algunas de las causas de la antipatía por la raza humana y lo que tiene que ofrecer, sin embargo nosotros seguimos buscando ese pedazo del Cielo en la Tierra que nos mantenga cuerdos día tras día.
El miedo se presenta en muchas formas en nuestra vida. Puede ser algo tan razonable como el miedo a morir, algo tan ampliado como el miedo a quedarse solo o algo tan complicado como una fobia. Aunque en muchas ocasiones nuestros temores nos hacen presa y nos impiden seguir adelante, en otras pocas son el combustible que nos capacita a superarnos a nosotros mismos. Somos lo que tememos porque eso nos convierte en grandes y fuertes.
Pero cuando el tiempo y las fuerzas flaquean nuestro pánico por las pequeñas cosas crece. He visto a hombres grandes derrumbarse por las pocas fuerzas que tenían de seguir adelante con su vida. A grandes mujeres destruidas ante el peso incólume de su futuro. El tiempo sólo ha causado que todo se agravara y, en lugar de encontrar fuerzas para seguir adelante, cayeron en ese abismo que algunos conocemos tan bien.
Durante una gran parte de mi vida reciente he sufrido de algunos miedos. Algunos pueden ser obvios y otros pueden estar más ocultos, pero siempre se han quedado ahí haciéndome compañía. Y, al igual que yo, existen muchos otros terrores que a más de uno le quitan el sueño por las noches, les causa ansiedad y apatía a partes iguales y no consiguen comprender cómo o porqué han llegado a esa situación.
Si bien es casi siempre porque nada de lo que hacemos tiene relevancia en un plano mayor de las cosas y porque todo es ajeno a nuestro control (recordad que siempre habrá una persona que controle más tu vida que tú mismo), procuramos seguir adelante con una sonrisa, autoflagelándonos en silencio por uno u otro motivo.
He visto cómo la gente ha sentido pánico a un teléfono, esperando siempre malas noticias al ser las únicas que recibían. Aguantando continúamente con la esperanza de que no sonase su timbre.
He visto cómo la gente ha temblado al darse cuenta de que sus madres debían morir más pronto que tarde. Dejándolos solos en una vida que no saben vivir.
He visto a hombres con el corazón roto viviendo en la calle sin saber darse una oportunidad por miedo a fracasar de la misma forma en la que lo hicieron y les puso en esa situación.
He visto a gente que va y viene de la guerra porque tienen miedo a perder lo único que consideran importante, su ideología.
Ya sea algo simple como coger un teléfono o tan complejo como el miedo a quedarse solo, nuestros pánicos nos definen. Nos rompen y moldean, pero como Mark Twain dijo, espero que sea hacia una mejor forma.
Nunca tratéis de suprimir vuestros miedos, sólo aprended a vivir con ellos y que no os impidan realizar vuestros deseos.
"Voy a enseñarte algo diferente
De tu sombra que marcha a largos pasos contigo en la mañana,
0 de tu sombra, irguiéndose al ocaso para ir a tu encuentro;
Voy a enseñarte lo que es el miedo en un puñado de polvo."
-- Tierra Baldía, T. S. Eliot
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